jueves, 28 de mayo de 2020

Renacimiento


EL RENACIMIENTO ESPAÑOL

   Finalizada la Edad Media, comienza en España el denominado “Siglo de Oro”, el que abarca la dilatada época que se extiende desde principios del siglo XVI hasta fines del siglo XVII. Este período, de manera esquemática, puede dividirse en dos, correspondientes a los mencionados siglos: el Renacimiento y el Barroco.
   Para comprender la esencia del Barroco y su significado en la evolución de la literatura española es necesario tener presentes algunas de las características del Clasicismo Renacentista que se prolonga en España a lo largo del siglo XVI, como por ejemplo:

   1. La exaltación de las facultades humanas (razón, sentimientos, instintos);
   2. La valoración de la vida terrena por encima de la sobrenatural;
   3. El afán de conocimiento científico;
   4. La valoración de la naturaleza en la vida y el arte;
   5. La influencia de la antigüedad greco-latina, tomada como modelo de perfección.

   El Renacimiento español presentó características que le dieron un perfil propio. Su carácter esencial es la perfecta unión de nuevas corrientes europeas con la tradición nacional, o sea, lo medieval con lo renacentista. Si bien en otras partes –Francia, Italia–, el Renacimiento supone una ruptura con la Edad Media, en España ambos elementos se mezclan, o coexisten asegurando la continuidad de ese dualismo que es típico de la literatura española, y que se caracteriza por:

   q Lo tradicional y lo religioso junto al humanismo pagano de la época.
   q Popularismo y cultismo.
   q Persistencia de lo local frente a lo universal europeo.
   q Realismo e idealismo.
   q Finalidad ética al lado de un afán de logros estéticos.
   q Libertad de expresión y preocupación por el estilo.
   q Admiración por los clásicos y sentido de independencia estética.

La Mona Lisa


   De los rasgos típicos del Renacimiento –la exaltación del mundo y del hombre y el conocimiento y admiración de la antigüedad clásica–, el Barroco sustituye, como se verá a continuación, al primero por una radical desvalorización de la vida presente y de la naturaleza humana; en cuanto al segundo, la cultura grecolatina sigue siendo admirada, pero sus principios estéticos –armonía, sencillez, ponderación– ceden el paso a un criterio completamente distinto.


Algunos principios estéticos del Renacimiento:

   q Las obras de arte no deben tener una finalidad didáctica o moralizadora, es decir, se conciben las creaciones artísticas como obras de arte;
   q Naturalidad en la expresión;
   q Selección y claridad en el vocabulario;
   q Equilibro y armonía en las composiciones: se busca una expresión morosa, con frecuentes enumeraciones y desdoblamientos de términos sinónimos y abundantes paralelismos; el epíteto adquiere un valor estilístico de primer orden; el hipérbaton se sigue empleando, pero pierde la violencia que tenía en los autores del siglo XV y se convierte en algo natural.



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