EL RENACIMIENTO
ESPAÑOL
Finalizada
la Edad Media, comienza en España el denominado “Siglo de Oro”, el que abarca
la dilatada época que se extiende desde principios del siglo XVI hasta fines
del siglo XVII. Este período, de manera esquemática, puede dividirse en
dos, correspondientes a los mencionados siglos: el Renacimiento y el Barroco.
Para
comprender la esencia del Barroco y su significado en la evolución de la
literatura española es necesario tener presentes algunas de las características
del Clasicismo Renacentista que se prolonga en España a lo largo del
siglo XVI, como por ejemplo:
1. La exaltación de las facultades humanas (razón, sentimientos,
instintos);
2. La valoración de la vida terrena por encima de la sobrenatural;
3. El afán de conocimiento científico;
4. La valoración de la naturaleza en la vida y el arte;
5. La influencia de la antigüedad greco-latina, tomada como modelo de
perfección.
El
Renacimiento español presentó características que le dieron un perfil propio.
Su carácter esencial es la perfecta unión de nuevas corrientes europeas con la
tradición nacional, o sea, lo medieval con lo renacentista. Si bien en otras
partes –Francia, Italia–, el Renacimiento supone una ruptura con la Edad Media,
en España ambos elementos se mezclan, o coexisten asegurando la continuidad de
ese dualismo que es típico de la literatura española, y que se caracteriza por:
q Lo tradicional
y lo religioso junto al humanismo pagano de la época.
q Popularismo y
cultismo.
q Persistencia
de lo local frente a lo universal europeo.
q Realismo e
idealismo.
q Finalidad
ética al lado de un afán de logros estéticos.
q Libertad de
expresión y preocupación por el estilo.
q Admiración por los clásicos y sentido de independencia estética.
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La Mona Lisa |
De los
rasgos típicos del Renacimiento –la exaltación del mundo y del hombre y el
conocimiento y admiración de la antigüedad clásica–, el Barroco sustituye, como
se verá a continuación, al primero por una radical desvalorización de la vida
presente y de la naturaleza humana; en cuanto al segundo, la cultura
grecolatina sigue siendo admirada, pero sus principios estéticos –armonía,
sencillez, ponderación– ceden el paso a un criterio completamente distinto.
Algunos principios estéticos del
Renacimiento:
q Las obras de arte no deben tener una finalidad didáctica o
moralizadora, es decir, se conciben las creaciones artísticas como obras de
arte;
q Naturalidad en la expresión;
q Selección y claridad en el vocabulario;
q Equilibro y armonía en las composiciones: se busca una expresión
morosa, con frecuentes enumeraciones y desdoblamientos de términos
sinónimos y abundantes paralelismos; el epíteto adquiere un valor
estilístico de primer orden; el hipérbaton se sigue empleando, pero
pierde la violencia que tenía en los autores del siglo XV y se convierte en
algo natural.
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