El
soneto está escandido, es decir, se separó en sílabas para poder clasificar los
versos de acuerdo a la cantidad de estos. Hay sílabas del final de la palabra
unidas a las sílabas de comienzo de otras palabras, es porque hay una sinalefa.
Una sinalefa se produce cuando una palabra termina en vocal y la siguiente
palabra comienza en vocal, se consideran las sílabas final y de comienzo como
una sola.
Lo
que está encerrado con un color son las terminaciones que se consideran para
saber si hay rima o no; las terminaciones que terminan igual se les ponen al
costado la misma letra.
Ce-rrar po-drá mis o-jos
la pos-tre-ra
A
som-bra que me lle-va-re__el blan-co dí-a, B
y po-drá de-sa-tar es-ta__al-ma mí-a B
ho-ra__a su__a-fán an-sio-so li-son-je-ra; A
Mas no, de__e-so-tra
par-te,__en la ri-be-ra, A
de-ja-rá
la me-mo-ria,__en don-de__ar-dí-a: B
na-dar sa-be mi lla-ma la__a-gua frí-a, B
y per-der el res-pe-to__a
ley se-ve-ra. A
Al-ma__a quien to-do__un Dios pri-sión ha
si-do, C
ve-nas que__hu-mor a tan-to fue-go__han da-do, D
mé-du-las que__ha
n glo-rio-sa-men-te__ar-di-do, C
su
cuer-po de-ja-rá,
no su cui-da-do; D
se-rán ce-ni-za, mas ten-drá sen-ti-do; C
pol-vo se-rán, mas pol-vo__e-na-mo-ra-do. D
Se trata de un soneto, formado por catorce versos
endecasílabos (11 sílabas), agrupados en dos cuartetos y dos tercetos, cuyo
esquema métrico es ABBA ABBA CDC DCD. Su rima es consonante.
El soneto es un poema estrófico de procedencia italiana
que fue traído a España inicialmente por el Marqués de Santillana en su obra “Sonetos”
hechos al itálico modo, sin demasiado éxito. Serían los poetas renacentistas
Boscán y Garcilaso quienes finalmente consiguieron aclimatar el soneto a las
características del castellano.
El tema del poema
El poema se clasifica dentro de la producción lírica
amorosa de Quevedo y en él se argumenta la posibilidad de que el amor supere la
muerte. El poema tiene, pues, como tema la supremacía del amor sobre la muerte.
El autor, partiendo de la idea de la inevitable llegada de la muerte, muestra
la convicción de que su alma, por haber amado, será inmortal y el amor
perdurará eternamente.
Estructura del
poema
Los sonetos son poemas fuertemente estructurados debido a
su distribución estrófica: dos cuartetos y dos tercetos. En este poema, pueden
diferenciarse dos partes que coinciden la primera con los dos cuartetos y la
segunda con los dos tercetos.
En la primera parte (vv. 1-8), aparece el planteamiento
inicial: la muerte llegará y su contraargumentación: el amor la superará.
En la segunda parte (vv. 9-14) se enfatiza la idea
principal contraponiendo vida y muerte y cerrando con una sentencia final que
resume el tema: “polvo serán, mas polvo enamorado”.
Tipo de título
Es un título emblemático. Ya desde el título del poema se
está adelantando el concepto o el tema sobre el cual se funda el poema. La
destrucción del ser que trae la Muerte nada puede con el Amor, que persiste.
Primer cuarteto
El poema se inicia con un violento hipérbaton (figura retórica en la cual se altera la sintaxis, orden, habitual de una oración) que
ocupa los cuatro primeros versos. Ordenados según el orden lógico el texto
quedaría así: “El blanco día la postrera sombra que me llevare podrá cerrar mis
ojos y a hora lisonjera esta alma mía podrá desatar su afán ansioso”.
Los primeros versos del primer cuarteto nos llevan a la
condición por parte del yo lírico, del poeta, de un futuro en el que se ve la
llegada de la muerte. Las palabras “Cerrar podrá”, indican la acción de la
muerte, que se representa con las otras palabras: “postrera / sombra”, hay que
decir que en todo el poema no se utiliza la palabra “muerte”, sino que se alude
a esta por medio de metáforas. Observemos que hay dos formas verbales que nos
llaman de entrada la atención en el poema: “podrá cerrar” y “podrá desatar”, en
ambas formas verbales se vuelve a la reafirmación de la característica destructora
(irreversible) de la llegada de la Muerte, pero el poeta, al usar los verbos en
tiempo futuro, parece aceptar lo inevitable de esa destrucción.
Cuando el poeta afirma que la muerte cerrará sus ojos, se
da a entender que eso significa el fin de la existencia o la ruptura del poeta
con el mundo que lo rodea. Por eso la expresión “me llevare el blanco día”. O
sea que la muerte (la postrera sombra) le llevará la vida representada con las
palabras “blanco día”. Aquí hay una
antítesis (confrontación de términos opuestos) entre dos metáforas: es decir,
entre “postrera sombra” (la muerte) y “blanco día” (la vida).
En los dos últimos versos del cuarteto se alude a que la
muerte desata el alma del cuerpo y la desliga de él. El alma se vuelve entonces
“lisonjera” para el yo lírico porque
busca perpetuar, proseguir con ese “afán ansioso”, que es el amor.
Segundo cuarteto
Como hay que decir que el paso de la muerte implica una
angustia en quien se expresa (y ese es el tema del poema), pues no permite el
fin de la vida que uno pueda continuar con la persona amada, surge de esta
manera en el segundo cuarteto un sentimiento de rebelión del poeta contra la
muerte, a la que se denomina como “ley severa” en el último verso de este
cuarteto. Por lo tanto se puede afirmar que entre este cuarteto y el anterior
existe una relación de antítesis, propia del movimiento barroco al que
pertenecía el arte de Quevedo.
El yo lírico imagina posteriormente un acontecimiento que
se dará con su muerte: llegará un momento en que estará en “mas no de esotra
parte en la ribera” (en la otra orilla de un río) y que allí su memoria no
quedará solamente con la persona querida “dejará la memoria en donde ardía” (el
“ardía” hace clara alusión a cómo es la pasión del poeta por su ser amado), es
decir que al cruzar el río no olvidará el amor pasado. Aquí hay una referencia
culta por parte de Quevedo a un río de la mitología clásica: el río Leteo. Se
afirmaba que quienes cruzaban este río o bebían sus aguas caían en el olvido.
El amor es para el poeta entonces algo tan poderoso que recordará a quien ama
más allá de lo desconocido. En el tercer verso se habla de “nadar”, verbo que
representa la lucha ante lo oscuro del destino. En “nadar sabe mi llama la agua
fría”, la “llama” representa el amor, que no va a poder ser vencido por la
muerte, nuevamente representada mediante otra metáfora: “la agua fría” (aquí
hay nuevamente un juego de contrastes, de antítesis). Esta idea, la de la
rebelión del poeta ante la muerte, se refuerza en el verso final del cuarteto
con las palabras: “y perder el respeto a ley severa”; la frase “ley severa” es
una nueva alusión a la muerte.
Tercetos
Los tercetos van a mostrar condensación temática de ambos
planos mediante una elaborada estructura que muestra la victoria final del amor
sobre la muerte. Cada uno de los versos del primer terceto se relaciona
semántica y sintácticamente con los versos del segundo terceto: el 1º con el 4º;
el 2º con el 5º y el 3º con el 6º, de modo que han de interpretarse así:
“Alma a quien todo un dios prisión ha sido / su cuerpo
dejará, no su cuidado”
“venas que humor a tanto fuego han dado/ serán ceniza,
mas tendrán sentido”
“medulas que han gloriosamente ardido / polvo serán, mas
polvo enamorado.”
De este modo, se produce una gradación, el alma
abandonará el cuerpo, pero no abandonará el amor; el cuerpo representado en las
venas por las que corre la sangre y las médulas del interior de los huesos será
consumido por la muerte, pero incluso los últimos vestigios del cuerpo seguirán
enamorados.
Primer terceto
En el primer terceto se enumeran al inicio de cada uno de
los tres versos tres elementos cuya función soporta, permite la vida: “Alma”,
“venas”, “médulas”. Posteriormente se complementan esos elementos con el
destino que tiene cada uno. El alma ha sido la prisión de un “dios poderoso”,
es dios no es otro que el sentimiento del amor, que encuentra su lugar en el
alma humana. Hay que agregar que el alma es un elemento que se nombra
comúnmente en la poesía tradicional, pero a continuación Quevedo hace mención
de dos elementos que están relacionado con lo físico del ser humano: las venas
y las médulas. Aquí hay una intención clara de manifestar que en el amor no
sólo lo espiritual se ve comprometido, sino también lo físico, lo corporal.
Tanto las “venas” como las “médulas” son relacionadas con el arder, con el
fuego, y la sensación del poeta por esas venas y médulas que han ardido no es
de pena, sino todo lo contrario; el “gloriosamente” nos da la pauta de que se
siente satisfecho, porque ese ardor viene del amor.
Segundo terceto
Lo manifestado en el terceto anterior prepara la
exaltación del poeta en el último terceto, que tradicionalmente se ha utilizado
como la conclusión del tema de todo el soneto. La capacidad destructora de la
muerte por lo tanto no podrá llegar a las últimas consecuencias; de allí el uso
adecuado de las frases adversativas con “mas” (equivalente de “pero”): “serán
ceniza, mas tendrán sentido; / polvo serán, mas polvo enamorado.”