Ese tumulto silencioso duerme en el ámbito de uno de los libros del tranquilo anaquel. Duerme y espera. Jorge Luis Borges
miércoles, 23 de septiembre de 2020
Análisis Tratado I “Lazarillo de Tormes”
“Lazarillo
de Tormes” es una novela picaresca, anónima (no conocemos al autor) y narrada
en primera persona por el personaje protagonista Lázaro que nos cuenta su vida.
El título del tratado nos aporta algunos
datos sobre lo narrado en este capítulo. Primeramente tenemos la mención del
personaje protagónico por medio del nombre, luego dice que dirá quiénes son sus
padres, “cuyo hijo fue” y que contará su vida. En realidad, en este tratado
contará su nacimiento y el comienzo de su vida de pícaro.
Los tratados comienzan con un paratexto, en
este caso dice “cuenta Lázaro su vida y cuyo hijo fue” que en realidad no
parece adelantar nada importante sobre el contenido de lo que va tratar. Toda la novela va a hablar de eso. Esto ya
predispone al lector a la burla, ya que éste, acostumbrado a las novelas de
caballerías que solían comenzar con un paratexto que anunciaba el episodio
central, encuentra aquí el mismo mecanismo, pero si bien es cierto que esos
paratextos no decían mucho, nunca eran tan vacíos como éste.
1ª parte: Infancia y vida familiar de Lázaro
El relato comienza con un “pues” que
establece la relación con el Prólogo que lo antecede y nos hace notar la
continuación de un razonamiento. Sus palabras tienen un destinatario, que
desconocemos y a quien trata con respeto: “vuestra merced”.
Lázaro comienza contándonos desde su
nacimiento: nos dice que nació en el río Tormes y de allí tomó su nombre,
presentándose como Lázaro de Tormes. El nombre Lázaro es un nombre de origen
bíblico (el único hombre que resucitó volviendo a la vida), y también proviene
del verbo “lacerar” que significa lastimar, herir (es un personaje que ha
sufrido varias heridas en su vida). El segundo dato que aporta es el lugar de
origen, Tormes. La forma en que el dato nos es presentado tiene relación con la
forma en que lo hacían los protagonistas de las novelas de caballerías,
notándose cierto dejo irónico, dado que su vida y nacimiento nada tienen que
ver con la de un héroe caballeresco. El sobrenombre “de Tormes” lo toma por
haber nacido en dicho río, relato que hace en forma muy veloz, como su propio
nacimiento, contando este hecho sin detalles: “preñada de mí, tomóle el parto y
parióme allí”
Luego nos presenta a sus padres que
son personas comunes, simples y sus apellidos González y Pérez así lo muestran:
es un personaje de origen humilde.
Del nacimiento salta, cronológicamente, hasta la
edad de ocho años, lo cual gana en verosimilitud porque es la edad de la
memoria y es creíble que el protagonista recuerde lo que sucedió: el
apresamiento de su padre. Su padre era molinero, trabajaba en un molino de
harina y roba por necesidad haciendo unas “sangrías” (cortes) en las bolsas de
harina y sacando un poco de cada una. Por este motivo va preso. Cuando sale,
para limpiar su nombre y honor, se va con su “señor” (patrón) a la guerra de
Gelves contra los moros (árabes) y allí muere.
Su madre quedó viuda y decidió
“arrimarse a los buenos” (no buenos de bondad sino de buena posición
económica), se va a la ciudad a lavar y cocinar para poder sobrevivir y
mantener a su hijo Lázaro.
Está decisión trae aparejada un gran cambio
en la vida de ambos ya que emigran del campo y “vínose a la ciudad” (se observa
cómo el futuro de Lázaro se encuentra en la manos de su madre, ella es quien
realiza las acciones). Allí alquila una “casilla” diminutivo que da cuenta de
la pobreza así como del tamaño. Se hace presente nuevamente el polisíndeton “y”
para referirse a lo rápido de las acciones. Debe salir a trabajar y se dedica a
“guisar de comer a ciertos estudiantes” y a lavar. El adjetivo “ciertos” alude
a la mala fama de éstos, tan lejano de su intención de acercarse a los buenos.
Vida de
Lázaro con su madre y Zayde
Más adelante la madre y un moreno llamado
Zayde “vinieron en conocimiento” (Lázaro no dice directamente que era la pareja
de su madre). Al comienzo Lázaro le tenía miedo pero luego, gracias a que
llevaba carne y leños para calentar la casa “fui queriéndole bien” porque
mejoró sus vidas con comida y abrigo. Este hombre era un “moreno de aquellos
que a las bestias curaban”, la tarea que desempeña nos indica lo descendido que
se encuentran en la escala social. Desde aquí ya se observa el hambre como
motor de la acción y de la afectividad.
Nos dice de su hermanito que era “un
negrito muy bonito” usando el diminutivo que muestra el cariño que siente por
él. También usa el humor para hablar del hermanito porque nos cuenta que se
asusta del padre, Zayde, diciendo “¡Mama, coco! porque era negro, sin darse
cuenta que él también lo es. Da lugar a una reflexión sarcástica del pícaro
adulto o del converso: “cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros,
porque no se ven a sí mismos”; y que se ve complementado con el posterior
comentario de la falta del padrastro en tanto “esclavo del amor” con la de los
frailes y los clérigos.
Por
primera vez nombre al moreno “Zaide” (Señor en árabe, irónico nombre para un
esclavo. al igual que su padre, también va preso robando por necesidad: esto
nos muestra una crítica escondida a la situación social de la época (siglo XVI
en España). El padrastro robaba herraduras de los caballos que cuidaba y se las
daba a la madre para que las vendiera. A Lázaro lo interrogan y por miedo a las
amenazas descubre a su padrastro.
Éste fue azotado y pringado (castigo muy
cruel en la época), Lázaro se compadece de él diciendo “al triste de mi
padrastro”. A la madre también la castigan con cien azotes y ya no puede estar
con Zayde, quedando sola con los dos niños: va a servir “al mesón de la Solana”
(todos los lugares mencionados en la novela son reales y conocidos por la gente
de la época, dándole verosimilitud al relato, aunque la historia sea ficticia,
los hechos narrados son inventados pero creíbles).
Se
hace uso en este caso de la elipsis narrativa reduciendo los hechos a unos
pocos datos relevantes, por ejemplo la mención del mesón de la Solana y que
allí terminó de criar a sus hijos y cómo su hijo mayor la ayudaba en sus
tareas. Hasta aquí se extiende la apertura del Tratado I.
2ª parte: Vida de Lázaro con el ciego
El ciego llega al
mesón donde trabajaba la madre de Lázaro y allí conoce al niño y se lo pide a
su madre para que se lo dé como guía. Le promete a la madre que lo va a cuidar
como si fuera su propio hijo.
La
madre le entrega al niño y se lo recomienda especialmente diciéndole que fue
hijo de un buen hombre. Por lo tanto, tanto el ciego como la madre mienten.
Este personaje es típico de las novelas picarescas, vive del engaño con
oraciones destinadas a distintos usos que muestran su falsa religión y cuya
característica principal es la avaricia. Este personaje será determinante en la
vida del protagonista ya que es quien lo introduce en condición de pícaro.
El
ciego es el primer amo que va a tener Lázaro, el que le va a enseñar muchas
cosas sobre la vida. Podemos destacar en la vida de Lázaro con el ciego cinco
episodios principales (breves relatos con un principio, un desarrollo y un
final, dentro del mismo Tratado I).
1)
Episodio del toro de piedra.
2)
Episodio del jarro de vino.
3)
Episodio de las uvas.
4)
Episodio de la longaniza.
5)
Episodio del poste de piedra.
1- La primera
experiencia que le toca vivir a Lázaro con el ciego es en la ciudad de
Salamanca, se
produce un desplazamiento espacial, que implica un desapego de la historia
anterior y que simboliza la ruptura con su pasado,
a la entrada de un puente en el que hay una piedra con forma de toro: allí el
ciego le dice a Lázaro que acerque la cabeza a la piedra que va a sentir un
ruido. Lázaro cree en las palabras del ciego porque no estaba acostumbrado a
que le mintieran, confió en el ciego y le hizo caso, Cuando el ciego sintió que
estaba ya con la cabeza cerca del toro de piedra, le dio un gran golpe
haciéndolo pegarse en la cabeza contra el toro. Tres días le duró el dolor
(hipérbole, exageración). El ciego se burló de él riéndose y diciéndole que
debía ser más vivo, más despierto si quería ser su guía. En ese momento dice
Lázaro que “despertó a la vida”, sintió que el ciego le dio la vida por segunda
vez, ya que le enseñó cómo vivir y ser más astuto, no dejarse engañar. El
método que utilizó el ciego para enseñarle fue violento, pero Lázaro no se
enojó por eso, a pesar del dolor, lo tomó como un aprendizaje. En ese momento
Lázaro entendió las palabras que le dijo su madre cuando se dijeron adiós:
“válete por ti” (toma conciencia de que ahora está solo, ya no tiene a su madre
ni a nadie que lo cuide). Aquí comienza su vida de pícaro (“Después de
Dios, éste me dio la vida) y la formación que le dará el ciego será a través de
refranes y crueldad para la “carrera de vivir”. Con antítesis “siendo ciego me
alumbró” y también como metáfora de nacimiento hace referencia a la importancia
de sus enseñanzas que junto a la metáfora “carrera de vivir” se alude a la
competencia y el individualismo.
2- La primera de las “burlas
endiabladas” es la del fardel al que le realiza “sangrías”, al igual que su
padre pero con la diferencia que las hace bien. Se produce una antítesis entre ”todo
el mundo” y él y la hipérbole que indica su astucia, ya que nada puede sacarle
ni una migaja mientras él con la astucia, ya aprendida del ciego, le logra
sacar del fardel pan, torrezno y longaniza. Se convierte en un ladrón porque el
hambre lo motiva. El fardel es categorizado como avariento, el elemento toma la
característica del dueño, el ciego..
La segunda de las burlas es la de las
monedas con las que le pagan al ciego por las oraciones, al quedarse con la
mitad del dinero, el ciego piensa que le están pagando la mitad y lo acusa de
la mala suerte que lo acompaña.
Se debe recordar que ambas tretas fueron favorables para Lázaro.
El ciego era muy
mezquino, no le daba casi nada de comer al pobre de Lázaro, y éste vivía con
hambre todo el tiempo. El ciego tomaba vino en un jarro, pero no le daba a
Lázaro, que “moría por él” (hipérbole), por eso, Lázaro, usando todo lo que el
ciego le había enseñado lo uso en contra del ciego para poder robarle vino.
Utiliza varios métodos distintos porque el ciego siempre lo descubre,
demostrándole que todavía es más astuto e inteligente que él. Primero daba unos
“besos callados”, es decir, que tomaba unos sorbos en silencios para que el
ciego no lo sintiera. Pero el ciego se daba cuenta de que el jarro se vaciaba demasiado
rápido, y decide tener el jarro siempre en la mano mientras tiene vino. Lázaro
inventa un nuevo método haciendo un paja de centeno para sorber el vino sin
necesidad de tenerlo en la mano. El ciego se da cuenta una vez más, y coloca la
mano en la tapa de jarro mientras éste tiene vino. Lázaro debe inventar un
nuevo método porque le gustaba mucho el vino, además de sacarle el frío y el
hambre: le hace un agujero en la base del jarro y la tapa con cera; luego,
fingiendo tener frío, le pedía el ciego para sentarse entre sus piernas y con
una vela encendida en sus manos, derretía la cera y abría la boca para que el
vino le empezara a caer gota a gota. El ciego otra vez se da cuenta, pero no
dice nada, y espera el momento justo para vengarse por el robo del vino.
Mientras Lázaro disfrutaba del vino cayéndole en la boca, el ciego le parte el
jarro en la cara, de manera que sintió que “el cielo, con todo lo que hay en
él, me había caído encima” (hipérbole que muestra el terrible golpe que
recibió). Fue tan fuerte el golpe que se le lastimó toda la cara y se partieron
algunos dientes. Luego el ciego le cura las heridas con vino. Lázaro recuerda
al jarro como “dulce y amargo” (antítesis) porque le daba el vino que le
gustaba tanto, pero a la vez fue el que le dio el terrible golpe en la cara.
3- El
episodio de las uvas es el único en el que no hay violencia física: el ciego
pedía limosna –de eso vivía- y un día le dan un racimo de uvas muy maduro como
para guardarlo, había que comerlo en el momento. Entonces decide, por primera
vez, compartirlo a medias con Lázaro. Éste acepta el trato que el ciego le
propone: comer una uva por vez cada uno para asegurarse que los dos coman la
misma cantidad. El ciego comienza comiendo de a una las uvas, pero luego
cambia, sin decir nada, y come de a dos. Lázaro piensa, si él come de a dos,
rompiendo el acuerdo, yo también voy a comer de a dos, y luego de a tres.
Cuando terminan el racimo el ciego, mostrando una vez más su inteligencia, le
dice a Lázaro que comió de a tres uvas, éste lo niega, pero el ciego le dice
que sí fue así porque si no se hubiera quejado cuando el ciego comenzó a comer
de a dos. El ciego puso a prueba a Lázaro para ver si lo engañaba, y al
descubrirlo le muestra que sigue siendo más astuto e inteligente que él.
4-El ciego estaba
asando una longaniza, y Lázaro sabía que él no la iba a probar, pero el olor lo
tentó demasiado. Cuando lo manda a comprar vino, Lázaro aprovecha y le roba la
longaniza, poniendo en el asador un nabo que había por allí. Cuando el ciego va
a comer la longaniza entre dos panes, al morderla se encuentra con el frío nabo
y se enfurece. Cuando llega Lázaro lo interroga, pero éste niega todo. Entonces
le abre la boca y mete su gran nariz dentro para oler si él se había comido la
longaniza. Lázaro estaba nervioso, asustado, había comido la longaniza muy
rápido y muy caliente, y “se la devuelve a su dueño”. El ciego se enfurece y le
da una tremenda golpiza a Lázaro, lo araña, le arranca el pelo, lo lastima y
luego, una vez más, lo cura con vino. Por los gritos de Lázaro la gente vino a
ayudarlo, y el ciego les contaba todo lo que Lázaro le había hecho. Lázaro nos
dice que el ciego le pronosticó el futuro a través de la profecía del vino al
decirle que el ciego le daba suerte porque le había devuelto la vida varias
veces (cuando él lo curaba). Lázaro nos cuenta esto, porque ya es adulto y
trabaja pregonando vinos de su último amo, el arcipreste, cobrando un sueldo
por este trabajo por primera vez en su vida. Aunque a cambio tuvo que casarse
con la amante de este arcipreste. Pero para Lázaro es más importante saciar las
necesidades básicas (casa y comida) que la felicidad personal que podría darle
formar una verdadera familia.
5- Este último
episodio funciona como una venganza final de Lázaro contra el ciego. Éste
estaba pidiendo limosna en un día de mucha lluvia, y como no era un buen día,
decide irse porque no quiere mojarse ni pasar frío. Para esto le pide a Lázaro
que busque el lugar más angosto del arroyo que debían cruzar para volver a su
posada. Lázaro
siente que esta es la oportunidad del engaño, la cual se presenta por medio de
la metáfora “aparejo de mi deseo”; los elementos de la naturaleza le son
cómplices y aparecen como un complemento de su interior.
Lázaro,
en vez de hacerlo cruzar por el lugar más angosto, lo hace cruzar frente a un
poste o columna de piedra, logrando engañar por primera vez al ciego. Como éste
era muy desconfiado le pide a Lázaro que salte él primero, lo hace esquivando
el poste, y le dice al ciego que tome impulso para saltar lo más que pueda y
así no mojarse los pies. El ciego le cree, salta y se da un tremendo golpe en
la cabeza contra el poste, cayendo desmayado. Lázaro se burla de él diciéndole
“¿Cómo, oliste la longaniza y no el poste? Huele, huele”. Concretada su
venganza decide dejar al ciego, escapándose, no lo vio nunca más.
Los
episodios del toro de piedra y del poste de piedra tienen cierto paralelismo, y
lo mismo ocurre con los del jarro de vino y la longaniza. Todos estos episodios
terminan con una situación de violencia física.